Sobre la experiencia de la oscuridad profunda y la búsqueda por la sonoridad del centro de la tierra. La roca silenciosa es escuchada a través de la resonancia de la propia voz en ella amplificada y transformada en una cavidad subterránea. Los limites visibles entre el cuerpo humano y el cuerpo mineral se diluyen a partir de esta experiencia sonora. La voz humana es pensada en este proceso más allá de sus fines del lenguaje y usos comunicativos, y se explora como medio para registrar otros cuerpos. El material sonoro capturado es incorporado y transformado en la posterior composición musical, que evoca el río invisible que alguna vez labró la cavidad. El título de la obra hace alusión a un método empírico -y accidental- para detectar cuevas ocultas, que consiste en percibir un aire frío proveniente de una pared rocosa. La obra hace parte de gestos insertos en el paisaje documentados en video que exploran el movimiento en lo que se supone estático.

Proyecto realizado durante residencia artística en La Becque, La Tour-de-Peilz, Suiza. Beca Coincidencia / ProHelvetia South America, 2021.